Frutas exóticas que puedes encontrar y disfrutar en Madrid este verano

Frutas exóticas que puedes encontrar y disfrutar en Madrid este verano

¿Sabías que en Madrid se puede saborear un pedazo de los trópicos sin necesidad de hacer la maleta?

En Madrid, muchas frutas tropicales han dejado de ser una rareza. Mangos, piñas o papayas se encuentran con facilidad en supermercados convencionales, señal de que los sabores del trópico ya forman parte del día a día. Pero más allá de lo conocido, crece el interés por frutas menos habituales, como el lulo, el rambután o la pitahaya amarilla, que llegan a fruterías selectas para seducir a quienes buscan algo diferente. Este verano, lo exótico ya no es excentricidad: es parte de una despensa más diversa y de una curiosidad que no para de crecer.

Más allá del plátano y el mango: un mundo por descubrir

Si mencionamos frutas tropicales, muchos pensarán en el mango o la papaya. Pero el repertorio va mucho más allá, y algunas de estas joyas siguen siendo grandes desconocidas en Europa. El mamoncillo, por ejemplo, es típico del Caribe. Por fuera, parece una lima pequeña; por dentro, una pulpa jugosa y ácida se aferra a un hueso central. Ideal para refrescarse en verano.

Luego está el lulo, una fruta originaria de Colombia, de sabor cítrico y complejo, perfecto para batidos o simplemente con azúcar. El mamey, con su carne color salmón y textura similar al aguacate, sorprende con un sabor dulce y profundo, muy valorado en postres centroamericanos.

Más cerca de la extravagancia visual está la pitahaya, también conocida como fruta del dragón, con su piel escamosa en tonos rosas o amarillos, y su pulpa moteada de semillas negras. No solo es bonita: es ligera, rica en fibra y con un toque dulce muy agradable. Y si nunca has probado la acerola, una pequeña cereza tropical cargada de vitamina C, te espera una explosión ácida que despierta los sentidos.

De sabores sutiles a experiencias intensas

Entre las más suaves y dulces destaca el kiwi Sun Gold, una variedad amarilla que ha enamorado a quienes encuentran el kiwi verde demasiado ácido. En el extremo opuesto tenemos el maracuyá o fruta de la pasión, con su aroma intenso y sabor agridulce, perfecta para yogures, cócteles y postres.

La guayaba, tan común en Latinoamérica y aún poco valorada aquí, tiene un aroma inconfundible que recuerda a la infancia tropical. Se puede comer fresca, en mermeladas, zumos o incluso asada. Y si lo que se busca es textura y rareza, el rambután, con su piel peluda y pulpa traslúcida, resulta tan divertido como sabroso.

“Cuando alguien prueba por primera vez un mamoncillo o una pitahaya amarilla, suele quedarse en silencio… y luego repite”, cuentan desde Frutas Charito, la boutique de la fruta de Madrid, conocida por su selección cuidada y su apuesta por lo poco común. Con tienda física en el Mercado de Chamartín y reparto propio en muchas zonas de la capital, ofrecen tanto fruta y verdura convencional como una gama sorprendente de productos tropicales y exóticos. “Nos encanta cuando alguien se atreve con algo nuevo y, sin esperarlo, encuentra su fruta favorita.”

Cada una de estas frutas tiene detrás una historia, una región del mundo, una forma de comerla y un valor nutricional distinto. Incorporarlas a la dieta es, de alguna manera, abrir la despensa a otras culturas. También es una invitación a ampliar el paladar, a salir de la rutina y explorar desde casa.

Y sí, puede que no todas sean del gusto de todo el mundo. Algunas son ácidas, otras tienen una textura peculiar, y algunas se comen con cuchara. Pero todas tienen algo en común: despiertan la curiosidad. En un verano que pide cosas frescas y nuevas, ¿Por qué no empezar por algo tan sencillo y saludable como una fruta?

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